La búsqueda de la excelencia en las PyMEs

El Remisero Fredy.

Hace unos meses me encontraba en Buenos Aires con mi esposa, a punto de subirme
al remisse que nos llevaría a Ezeiza a tomar un vuelo a USA, para asistir al casamiento de uno
de mis hermanos.

Fue muy grata mi sorpresa al ver que el remissero, Freddy, el cual venía recomendado
por un amigo, no sólo tomó rápidamente nuestras valijas y las acomodó metódicamente en el
baúl de su impecable vehículo, sino que también se hizo el tiempo de abrirle la puerta a
Yanina, mi mujer, y a mí.

Apenas subimos al auto, Freddy comenzó un breve pero preciso interrogatorio que al
principio no entendí mucho, pero que terminó sorprendiéndome gratamente. “Tienen los
pasajes a mano?”, “traen los pasaportes”, etc., etc.

Me pareció un gesto muy proactivo y sobretodo útil. Fredy nos contó que en más de
una oportunidad le había ocurrido que sus pasajeros se olvidaron algún documento o pasaje y,
en el mejor de los casos, tuvieron que volver a buscarlos, perdiendo tiempo y sufriendo una
angustia y desgaste innecesarios. Huelga decir, que en muchos otros casos, directamente
perdieron el vuelo.

Como suele ocurrir, la autopista Buenos Aires-Ezeiza estaba colapsada por el tránsito y
una persistente llovizna que complicaba aún más las cosas. Transmitimos a Fredy nuestro
lógico nerviosismo, a lo cual Fredy contestó: “no se preocupen, antes de buscarlos llame a
Delta y el vuelo de ustedes tiene un retraso de media hora como mínimo”, vamos a llegar 20
minutos antes de lo necesario.

Con esto y con una charla muy amena, Fredy nos tranquilizó y nos hizo muy placentero
el viaje que, de otra manera, nos hubiera parecido interminable. Contándonos anécdotas,
dándonos información práctica para manejarnos mejor en Buenos Aires, y hasta para hacer
buenas compras de indumentaria y accesorios.

Apenas llegamos, miré el reloj y faltaban exactamente 20 minutos para el horario
recomendado por la aerolínea para estar en el aeropuerto. Increíble! (aunque a esa altura, ya
no nos resultaba tan sorprendente).

Una vez más, luego de abrirnos las puertas del auto a ambos, Fredy bajó el equipaje y
nos saludó con mucha calidez, ofreciéndonos discretamente si queríamos que nos fuera a
buscar a nuestro regreso. Fue algo que ni siquiera dudamos un segundo, aunque realmente no
habíamos hecho planes al respecto (quién tenía tiempo para pensar en el regreso!!?? J).

Así, nuestro ya amigo remissero tomó nota del número de vuelo y se comprometió a
averiguar el horario de arribo (el cual nosotros no teníamos muy claro) para buscarnos quince
días después.

Ahora bien, si nos preguntamos qué tiene que ver Fredy con la excelencia en las

PyMEs, pues es muy sencillo: si una PyME siguiera el ejemplo de nuestro amigo, lograrían la
excelencia que tanto se pregona y muchas veces no se termina de comprender.

La excelencia no está en hacer grandes cosas, sino en el hacer grandiosamente las
cosas pequeñas del día a día. Eficientizar un proceso productivo mejorando pequeñas cosas sin
que nadie nos lo pida, sino por el mero orgullo de verdaderamente “agregar valor”. Ayudando
a agilizar un proceso administrativo aunque no sea nuestra área específica de injerencia.
Comunicándonos mejor con nuestros proveedores y clientes para mejorar el diálogo y
logrando relaciones del tipo ganar-ganar, etc., etc., son algunos simples ejemplos al alcance
de las manos y que si nos miramos para adentro dependen solo de nosotros mismos.

Creo que el ejemplo de nuestro remissero Fredy, habla por sí solo.

Abel Elorza: Socio Miembro AVPS

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